A un tipucho corriente, de la calle, de a pie, le puede pasar que vaya y contrate una conexión a Internet por varios equis de euros a cambio de varios equis de megas y que el susodicho servicio prestado se corresponda con lo que haya contratado y con lo que el citado elemento paga por él.
Pero va a ser que no.
También le puede pasar que vaya y se compre un super ordenador portátil, con todo lo ultimísimo, en una tienda cualquiera de cualquier ciudad como Ponferrada y que al cabo de un mes se le estropee la pantalla y el que le vendió el ordenador por varios equis, equis, equis, de euros, bien le devuelva el dinero o bien le compense convenientemente por la espera mientras en 'la casa' le arreglan el aparato.
Pero va a ser que tampoco mucho.
Y le puede pasar que el parquímetro de la zona azul le trague por ejemplo dos euros y no tenga ni un sólo problema para recuperarlos en cuanto los reclame.
Pero va a estar chungo, chungo.
Incluso le puede pasar que vaya y se compre un piso cualquiera y se termine la obra y se lo entreguen en el plazo en el que firmó en un contrato en el que no exista letra pequeña. Y que además el pisito venga sin ninguna tara que subsanar.
Pero se presenta fastidiadillo.
Es más, le podría llegar a pasar que su empleo estuviera convenientemente remunerado, que le pagaran las horas extras y que su trabajo fuera únicamente su forma de ganarse la vida y no su vida la forma de ganarse su trabajo.
Pero en fin.
El caso es que ayer se celebró el Día Mundial del Consumidor.Un día que más que dedicarle una celebración, debería conmemorarse con luto.
Y es que hay muchos de esos tipuchos que contratan sus conexiones y no tienen servicio de Internet.
Muchos a los que, el que les vende un electrodoméstico les dice que claro, que el arreglo de las averías es cosa de 'la casa', que él no les puede devolver el dinero.
Hay muchos que no saben ni a quien pueden acudir cuando los parquímetros y todo tipo de expendedoras se convierten por arte de magia en tragaperras que nunca dan premio.
Hay muchos que tendrán que morderse su espera y masticarse dos meses más de alquiler por los pequeños retrasos de su casa nueva.De la casa nueva del Banco.
Y muchos que se pasarán la vida buscando trabajo para poder comprarse un coche de segunda mano para poder ir al trabajo para poder pagar las letras del coche de segunda mano.
Y después de consumir la mitad de megas de los que pagan, de consumir la jeta de los vendedores que no les responden después de embolsarse los suculentos equis, equis, equis euros, de consumir las órdenes trampa de las tragaperras, de consumir los pequeños retrasos de su piso y de consumirse poco a poco en su trabajo diario, aun tiene que llegar a su casa de alquiler y consumir lidialozanadas y zaplanadas carnavalescas. Nos consumen.
EL MUNDO /LA CRÓNICA DE LEÓN
JUEVES, 16 DE MARZO DE 2006
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