martes, 11 de diciembre de 2007

«El mayor peligro de las iglesias del Bierzo es el abandono del medio rural»

FOTO: ALICIA MARTÍNEZ ALBA


El fotógrafo Luis Manuel Prieto Gaztelumendi 'Gaztelu' y el periodista Javier Santiago Martínez son los autores del libro 'El patrimonio desconocido del Bierzo. Iglesias', que acaba de presentarse y que entregará a sus lectores EL MUNDO / LA CRÓNICA DE LEÓN, periódico en el que ambos trabajan desde hace ya muchos años.
POR PACO LABARGA
¿Qué milagro ha tenido que darse para que un fotógrafo especializado en temas de naturaleza y un periodista que ahora se dedica a la información deportiva hayan decidido fotografiar iglesias y escribir sobre ellas?
Respuesta.- Lo que importa no es tanto el objeto que se fotografía o sobre el que se escribe como el punto de vista y lo que hemos hecho es poner un poco nuestra mirada curiosa sobre una parte del patrimonio del Bierzo que está ahí, es muy desconocido, y nosotros creemos que debe darse a conocer.
A lo mejor no gusta que se saque a la luz el mal estado de algunas de esas maravillas que aparecen en el libro
Hay muchas iglesias maravillosas que presentan un grave estado de deterioro, pero el propósito del libro no es denunciar eso, sino resaltar las cosas bellas, los tesoros ocultos y las magníficas historias y leyendas que todavía guardan entre sus muros. Si eso sirve para que todos se conciencien y se esfuercen un poco más en proteger ese patrimonio, sería más de lo que esperamos.
Cuando dicen todos ¿a quienes se refieren?
A todos, porque el patrimonio es de todos, y los que de algún modo tienen competencias, desde los propietarios, el Obispado, hasta las diferentes administraciones, deberían cooperar entre ellas y no tirarse los trastos a la cabeza, como se ve con frecuencia.
Hasta ahora lo que hemos visto es que, por fortuna, la mayoría de los templos tienen la techumbre arreglada y en buen estado y eso hace que todavía estemos a tiempo de recuperarlos. También hemos visto que los que más hacen por su iglesia son generalmente los vecinos, unos con aportaciones de dinero y otros con trabajo.
Sin embargo hay pueblos donde viven pocos vecinos y no se les puede cargar a esos vecinos con la reconstrucción de la iglesia.
¿Por qué precisamente iglesias y no pallozas o bosques?
La iglesia o el templo ha sido desde tiempo inmemorial el eje de la vida de cada pueblo. No son sólo centros de espiritualidad, sino que también son centros sociales y lugares de reunión: por la iglesia pasa la gente desde que nace hasta que muere y cuando se casa. Preparando este libro hemos comprobado que el estado de conservación de las iglesias de nuestros pueblos es un síntoma más del abandono generalizado que sufre el medio rural en el Bierzo.
Reconozcan que al patrimonio religioso también le han hecho mucho daño los talleres de manualidades. Seguro que habrán visto más de un caso en el que se han limpiado las tallas policromadas con lejía.
Se ve de todo, pero han hecho mucho más daño los ladrones.
Es verdad que a base de buena voluntad se han cometido algunas que otras tropelías con el patrimonio, pero la falta de protección unida a la mentalidad retorcida y mercantilista de algunas personas ha provocado y sigue provocando graves expolios.
Ya sabemos que algunos edificios no están en muy buen estado, pero ¿qué pasa con las imágenes, los retablos y el resto de tesoros del interior de las iglesias?
Aparte del continente, el edificio, el contenido de algunas iglesias, está en un estado lamentable. Nuestra esperanza es que si la propia ciudadanía, la propia gente de los pueblos, ve y observa lo que tiene le va a dar mucho más valor. Con todo, hay que hacer hincapié en que, pese a algunos errores, son los propios vecinos de los pueblos los que más se involucran en la protección y conservación de sus iglesias. Sobre todo se ve en los pueblos más pequeños, donde sus habitantes son los únicos guardianes y cuidadores de ese patrimonio, haciendo unas funciones que deberían hacer otros, porque ellos nos son jurídicamente los propietarios.
¿Los expolios son el principal enemigo actual del patrimonio religioso rural en el Bierzo?
No. Robos ha habido siempre hasta en los mejores museos del mundo. El principal peligro que acecha a este patrimonio es el abandono del medio rural. Una cosa lleva a la otra. Además de cuidar las iglesias para que no se caigan hay instalar sistemas de alarma y seguridad, pero sobre todo, lo que habría que es fundamental es que haya vida alrededor de las iglesias. En los pueblos donde hay gente y hay vida hay menos riesgo de que se produzcan robos. Ahora bien, no todo es malo, también hay muchas iglesias que están magníficamente conservadas y cuidadas. Basta citar las de Villafranca y Ponferrada, pero hay muchas otras.
¿La gente de los pueblos conoce bien su iglesia?
Un sólo ejemplo, la basílica de La Encina es una iglesia que cualquier berciano conoce. Estamos seguros de que mucha gente verá en este libro imágenes de La Encina que le van a sorprender, a pesar de que haya estado cien veces allí. Es por ahí por donde más sentido tiene el título del libro.
O sea que la gente va a la iglesia pero no se fija mucho.
Ese es uno de los objetivos que persigue este libro, que quien lo lea aprenda a mirar, porque hay verdaderas maravillas que han estado junto a nosotros durante siglos y ni siquiera las conocemos. En Villafranca, por hablar de una ciudad monumental cuyas iglesias son muy visitadas, la mayoría de los visitantes son turistas, peregrinos y extranjeros, pero la gente de aquí hay muchas iglesias que no conoce y queremos que eso cambie.
Otro caso espectacular es el de Corullón, un pueblo que está a dos minutos de la autovía A-6 y del camino de Santiago y tiene tres iglesias, dos de ellas son auténticas joyas del románico y una visita obligada para cualquiera que le guste mínimamente el arte. Esas iglesias tienen detalles sorprendentes que seguro que dejan fascinado incluso al que no tenga mucha idea.
¿Qué se puede contar de una iglesia como la de Santiago, de Peñalba, que no se haya dicho ya?
Todo el mundo conoce los magníficos arcos de herradura y hasta las pinturas aparecidas recientemente. Sin embargo, no son tantos los que conocen la aventura de la duquesa de Alba, en 1603, que subió a Peñalba con su hermano, que era el marqués de Villafranca, para llevarse las reliquias de San Genadio para un monasterio que iba a fundar. Esto es sólo un ejemplo.
Espero que la duquesa de Alba no fuera la misma de ahora, porque sería muy joven.
Seguro, pero está así documentado. En otros casos no son los documentos, sino la tradición oral la que pervive. Así sucede con la tradición que sitúa a San Froilán como ermitaño en una cueva que se conserva junto a la ermita de Ruitelán. Allí se conserva una imagen en la que se ve al santo y al lobo que, por obra de un milagro, le llevaba el equipaje a Santiago. San Froilán es patrono de León y de Lugo, pero nadie lo imaginaba como eremita en el Bierzo Oeste. Sin embargo la tradición existe.
¿Y qué me dicen del demonio?
Pues también tiene su presencia en el Bierzo y en el libro.
Desde el 'demín' de Parajís, una imagen donde el diablo aparece como protagonista a otras representaciones de gran interés en las que aparece como figura secundaria. Como anécdota, hay que decir que el demonio de Parajís está en la iglesia del Ángel de la Guarda y por allí dicen los de la zona que con el Ángel de la Guarda hay que llevarse bien, pero
¿Para acceder a las iglesias ¿encontraron colaboración o reticencia por parte de los vecinos y de los párrocos?
Mucha colaboración y tenemos que agradecer especialmente al rector de La Encina, Antolín de Cela, y al párroco de La Rosaleda, Máximo Álvarez, su ayuda y la cantidad de puertas que nos abrieron para que se nos permitiera hacer el trabajo. Su ayuda ha sido fundamental y sin ellos no habría sido posible en modo alguno este libro.
A la vista del resultado del libro, que es de una gran calidad, y visto que aún faltan un buen número de iglesias y de pueblos, ¿cabe esperar una segunda parte de este libro?
Ahora sólo pensamos en tomarnos un descanso, porque hicimos el libro en nuestro tiempo libre y en un año durísimo, porque seguíamos todos los fines de semana a la Ponferradina por los campos de la Segunda División. Vamos a ver la acogida que el libro tiene en la calle y si hay una demanda y un interés palpable, entonces ya se verá. Tenemos material para ello y para que este libro hubiera sido mucho más extenso. Al final decidimos incluir casi 1.000 fotografías de 60 iglesias de toda la comarca, desde La Cabrera hasta Ancares, Villafranca, Valle del Sil y Bierzo Alto, Oeste y Central. Las 300 páginas de buen tamaño y una edición muy cuidada nos pareció lo más aconsejable para no hacer un volumen enorme, impublicable y que disuadiera a los lectores.

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